Nos conocimos en un encuentro que parecía imposible. Veníamos de mundos distintos, sin caminos que se cruzaran… y, sin embargo, el destino nos llevó a encontrarnos en un país que no era el de ninguna de las dos, mientras trabajábamos en un torneo de hockey en Miami.

 

Desde el primer momento, la conexión fue inmediata: comunicación fluida, conversaciones que atesorábamos, un entendimiento profundo, compatibilidad, empatía sincera y una honestidad que nos hizo sentir en casa.

 

Lo que comenzó como una amistad pronto se convirtió en la más hermosa de las sorpresas. Ella me robó el corazón y yo el suyo. Desde entonces, juntas descubrimos lo que realmente significa la plenitud: un amor que nos llena, nos sostiene y nos hace sentir completas.

 

Hoy, con el corazón lleno de gratitud, celebramos el amor que nos une y la fortuna de tenernos la una a la otra.